1000 Días por programar

Georgina Montalvo

Agencia Reforma

Así lo han descubierto a nivel internacional médicos y pediatras en las últimas décadas y esa es la razón por la que se sugiere poner especial atención en los primeros mil días de vida de todo ser humano, que corren desde el momento de la gestación, contando los nueve meses de embarazo, hasta que cumple los dos años de vida, explica Arturo Perea Martínez, coordinador de la Clínica de Obesidad y de la Clínica para Adolescentes del Instituto Nacional de Pediatría (INP).

“Lo primero que se ha estudiado es la influencia que tiene el estado nutricional materno en el bienestar del bebé cuando se está formando dentro de ella; además, el estado metabólico de la madre influye en la conformación de los órganos del bebé y el funcionamiento de los mismos”, explicó el pediatra.

“En estos primeros mil días se forma el sistema nervioso central del bebé y depende de una buena nutrición, como de estimulación temprana, que el niño en el futuro desarrolle todas sus capacidades y todo su potencial”, coincide Alicia Robledo Galván, jefa de Cuidados Intensivos Neonatales del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre.

De hecho, la nutrición de la madre durante el embarazo, la lactancia y los alimentos que introduce una vez que se deja la leche materna influyen en el desarrollo neurológico de los niños y en la “programación” de su metabolismo.

Un regalo de salud

Los alimentos que consume la madre durante el embarazo y cómo los procesa su metabolismo determinan incluso el apetito con el que lidiará el bebé una vez que salga del vientre, con cómo actúe su mecanismo de saciedad y con cuáles alimentos se relacionará de manera placentera. “El bebé puede nacer con predisposición para comer mucho, tener poca saciedad y además tener una tendencia hacia los sabores que la mamá consumió durante la gestación y durante el periodo que lo lactó.

“Así es que si mamá consume alimentos con ingredientes refinados y consume grasas saturadas, en cuanto los pruebe por sí mismo el bebé, le van a gustar”, agrega Perea Martínez.

La malnutrición de la madre durante el embarazo también podría impedir el desarrollo adecuado de órganos y sistemas vitales como los pulmones, los riñones y el sistema cardiovascular, refiere el material educativo Obesidad: Oportunidades de Prevención en Cada Etapa del Ciclo Vital, editado por la Caravana Nacional para Prevención y Tratamiento de la Obesidad, coordinada por Perea Martínez.

“Aún cuando el bebé haya nacido, la mamá sigue ‘programando’ a ese bebé, porque nacen inmaduros y su sistema nervioso central sigue madurando hasta los 4 años de edad, de tal manera que la lactancia materna, si no es ofrecida en condiciones óptimas de nutrición y salud por parte de una mamá, influirá negativamente para que el bebé se siga programando mal”, explica el pediatra.

“Los individuos expuestos a dietas con alto contenido de grasa y azúcares antes de nacer, tienen un mayor riesgo de obesidad en la edad adulta”, consigna el material Obesidad…, elaborado por la Academia Mexicana de Pediatría.

Además, el riesgo se extiende a la posibilidad de diabetes e hipertensión arterial, especialmente si tienen antecedentes genéticos.

“La predisposición a desarrollar esas enfermedades puede estar en los genes, si padres o abuelos las tuvieron, pero como dicen los genetistas, lo que importa es que no se manifieste”, comenta la pediatra. Una mujer que curse su embarazo con malnutrición, si modifica sus hábitos, guiada por un profesional, puede lograr que la calidad de nutrientes mejore al momento de la lactancia.

“Al nacer el bebé, los médicos y pediatras tenemos la oportunidad de influir directamente en promover lactancia materna, siempre y cuando la mamá tenga una asesoría nutricional para que lo que coma influya positivamente en el bebé.

“Es una ventana de oportunidad que se debe aprovechar si no se aprovechó durante la gestación”, sugirió Perea Martínez. Esto puede lograrse también en los casos en que la madre no pueda lactar, pues el pediatra debe elegir el sustituto de leche materna (fórmula láctea) que más convenga a cada caso.

“En la ablactación (inclusión de nuevos alimentos a los 6 meses de nacido) el bebé prueba otros sabores y consistencias, en probaditas, pero la mayor parte de sus requerimientos nutricionales y energéticos los sigue tomando de la leche y nuestra obligación como médicos es buscar una fórmula lo más parecido posible a la leche materna”, indica la pediatra del ISSSTE.

Lo básico en la etapa de ablactación, señala Perea Martínez, es realizarla hasta los 6 meses de edad, no antes, incluir carnes magras, acostumbrar al bebé a consumir frutas, verduras y agua; evitar alérgenos si alguien de la familia tiene alergia y no introducir bebidas endulzadas artificialmente, ni harinas refinadas los primeros dos años. Una mamá sana que sigue estas sugerencias puede contar con que su niño o niña será sano y tendrá una adolescencia sin sobrepeso ni obesidad.