Agencia Reforma
La tradición popular de gran parte de la República Mexicana, dedica el día 1 de noviembre, a los niños muertos, mientras que el día 2, es para los adultos.
Estas festividades consisten en una serie de prácticas rituales, entre las que destacan la recepción y despedida de las ánimas, a través de la colocación de un altar de muertos.
Es además de rigor, colocar ofrendas de muertos en los hogares, arreglar las tumbas, velar en los cementerios y celebrar los oficios religiosos.
Carmen Degollado, quien colocó un Altar de Muertos, dijo que hay que recibir a las ánimas con rezos, con aromas de copal e incienso, con palabras gratas y con música de añoranzas.
“Es importante señalarles el camino con cempasúchil y con velas encendidas, que habremos de colocar desde la puerta de la casa”.
Algunos sacan su mantelería más fina, agregó, y también adornan tanto el altar como la habitación en donde se colocó, con papel de china picado.
“Hay que tender en el altar hojas de plátano o petates de tule. Es importante además llenar de flores con cempasúchil, terciopelo, flor de obispo, mano de león, nube, gladiola y margarita o nardo”.
Comentó que el altar debe tener una vela por difunto, sobre un candelabro de barro, negro para el adulto, blanco para el niño. Debe además mantenerse encendido el copal o el incienso.
A la sombra de las fotos de los muertos y de las imágenes de los santos de la devoción familiar, es tradición servir y colocar en el altar, muchos alimentos.
Los alimentos a colocar, se supone, eran los preferidos por el difunto. La mayoría de las ocasiones hay en los altares elotes, frutas y chayotes.
Además se colocan platillos preparados como tamales, calabaza en tacha, pasta de camote, arroz con leche, chocolate, atole, “gordas” de maíz, tortillas, calaveras de azúcar y panes de muerto.
Es tradición también que haya sal y azúcar, y vasos de agua, ya que las almas llegan sedientas “por su viaje a la tierra”.
Puede colocar aguardiente de caña, mezcal, pulque o cerveza y para los que fumaban, cigarros o puros.
Degollado explicó que al levantar la ofrenda se reparte la comida entre los parientes y amigos cercanos, ya que las ánimas, generosas, sólo habrán tomado de los alimentos el aroma y la esencia.
Tradiciones
Desde la época prehispánica se atesora el concepto profundamente dialéctico, de que la vida trae en sus entrañas a la muerte, y la muerte guarda en sí a la vida.
La muerte, ya sea como concepto o símbolo, ha estado presente a lo largo de la historia de todo el pueblo del mundo.
En México se celebra, año tras año, la tradición de recordar a los muertos.
Como suele suceder con varias de las celebraciones que han dado origen a cultos sincréticos, en la de Muertos, se hizo coincidir fechas del santoral católico con el calendario agrícola prehispánico.
El Día de Muertos constituye la primera gran comida después de la temporada de escasez; fiesta auténtica en el sentido alimentario que básicamente organizan los vivos para los muertos.
La calavera tiene hambre,
¿no hay un panecito por ahí?
no se lo acaben todo,
dejen a la mitad.
Pan, pan, pa” la calavera,
Pan, pan, pa” la calavera.
Poquito molito pa” las ánimas,