Más población hispana no se refleja electoralmente

Por STEPHEN OHLEMACHER, Associated Press

WASHINGTON (AP) — Algunos demógrafos dicen que Estados Unidos está adquiriendo un tono cobrizo. Las altas tasas de nacimiento entre los negros y los hispanos hacen que la población estadounidense sea cada vez menos blanca.

Estos cambios, sin embargo, casi no se notan en los distritos electorales que envían republicanos a la Cámara de Representantes, lo que contribuye a generar divisiones entre ese partido y los demócratas en relación con el tema de la inmigración.

Los líderes republicanos a nivel nacional han estado pidiéndole a sus legisladores que ayuden a captar el voto hispano, conscientes de que ese bloque de rápido crecimiento es vital.

Sin embargo, esos llamados no tienen eco entre muchos representantes republicanos, que se niegan a aprobar una legislación que regularice el status de unos 11 millones de inmigrantes que están en el país ilegalmente.

Para el presidente Barack Obama y los demócratas, mientras tanto, la reforma a las leyes de inmigración es una prioridad.

Consideraciones demográficas ayudan a explicar las divisiones.

Luego del censo de 2010, legisladores republicanos de estados clave reestructuraron los distritos electorales de modo tal que favorecieran a sus candidatos. Esto ayudó a que los republicanos conservasen una mayoría de 33 bancas en la cámara baja en 2012, pero al mismo tiempo los aisló mayormente de los cambios demográficos que se registran en buena parte del país.

Si bien la nación es cada vez más diversa, la mayoría de los distritos electorales representados por los republicanos son casi exclusivamente blancos, con una presencia mínima de sectores minoritarios.

“Eso no va a durar para siempre”, advierte William Frey, demógrafo de la Brookings Institution. “Tarde o temprano, la demografía no ayudará a esos sectores que permanecen aislados”.

En promedio, los distritos dominados por los republicanos son blancos en un 74%. Un 11% son hispanos y un 9% negros.

En comparación, solo el 51% de la población de los distritos representados por un demócrata es blanca. Un 23% son hispanos y un 17% negros.

A nivel nacional, los blancos no hispanos constituyen el 64% de la población, pero ese porcentaje ha ido descendiendo por años. La Oficina del Censo calcula que en los próximos 30 años los blancos dejarán de ser la mayoría. Hoy por hoy, sin ir más lejos, aproximadamente la mitad de los niños menores de cinco años pertenecen a minorías étnicas y raciales.

Los hispanos representan el 16% de la población de Estados Unidos y ese porcentaje seguirá aumentando, según las proyecciones del censo. Eso es lo que preocupa a algunos líderes republicanos.

En las elecciones presidenciales de 2012, el candidato republicano Mitt Romney cosechó apenas el 27% del voto hispano. Acto seguido el Comité Nacional Republicano hizo un estudio para ver el porqué de eso.

Una de sus conclusiones fue que el partido “debe apoyar y promover una reforma integral a las leyes de inmigración. De lo contrario, nuestra prédica quedará cada vez más reducida a nuestra base”.

En el Senado algunos republicanos modificaron sus puntos de vista, encabezados por Marco Rubio, político conservador de ascendencia cubana considerado potencial candidato a la presidencia en 2016. A mediados del año pasado 14 republicanos se plegaron a los demócratas y aprobaron un proyecto de reforma que hubiera aumentado la seguridad en la frontera y despejado el camino para que los extranjeros que no tienen permiso de residencia saquen algún día la ciudadanía.

En enero de este año los líderes republicanos de la Cámara de Representantes anunciaron una serie de principios para una reforma que contemplaba la legalización de quienes están en el país sin permiso tras el pago de impuestos atrasados y de multas, pero no un camino especial hacia la ciudadanía, como postulan Obama y los demócratas.

Numerosos republicanos, no obstante, rechazaron esos principios, diciendo que equivalían a una amnistía. Una semana después, el líder de la mayoría en la cámara baja John Boehner dijo que las perspectivas de que se aprobase una reforma a las leyes de inmigración antes de las elecciones de noviembre eran prácticamente nulas.